domingo, 27 de diciembre de 2009

1964(con perdon de J.B.L)

Entonces, ella entendió que era el fin. Abrió los ojos como quien sale de un sueño eterno y la luz de la realidad la golpeo impunemente:era ella y nadie mas.Se supo sola y abandonada a su suerte. Él ya no compartiria sus sueños,ni habría cama de a dos, ni besos tibios en la madrugadada. Pensó en Borges, pensó en 1964: "Adiós las mutuas manos y las sienes que acercaba el amor..."
Tomaba sus cosas,las guardaba violentamente en una valija azul-que odiaba- y miraba el departamento, sentía los vestigios de su amor desperdigado por el living,por el comedor, como si fueran restos de un cuerpo quemado que aun despedia olor, pero que era prueba fiel de que alguna vez tuvo un corazón que latir,una existencia, una forma de desenvolverse en el mundo.Los recuerdos inundaron su cabeza,eran signos de un tiempo lejano,como lo son las medallas de un deportista retirado, que alguna vez fue una gloria y al que el presente lo encuentra sentado, sin nada mejor que hacer que mirar por la ventana.Los recuerdos/las medallas solo cumplian una función hiriente:a través de ellos, entendía lo que acababa de terminar o lo que alguna vez fue.Con un movimiento ligero de cabeza, trato de escapar de ellos, de centrarse en su nueva No vida. Frases y canciones se arrinconaban en su mente esperando ser recitadas como un mecanismo de autoconvencimiento: "Aunque me fuercen yo nunca voy a decir,que todo tiempo por pasado fue mejor..."
Mordió sus labios de bronca,maldijo a todos los farsantes que presentan a los libros de autoayuda como la solución a todos los problemas.Comprendio que nada de lo que ella hiciera-emborracharse,drogarse, encamarse con el primer tipo que se le cruzara- haría que él vuelva, porque ella ya era pasado,era, en la vida de él,una puerta cerrada,la muerte misma.
Las lágrimas inundaron sus pupilas,cegada por la tristeza imagino un plan,una forma de rebelarse contra un destino de olvido, un modo de recomponer las cosas,de pedir perdón sin saber porque-como si tuviera la culpa de que el amor muriera-, sintió el fulgor que deben sentir los alpinistas cuando están llegando a la cima, el optimismo con que se desarrolla la vida de un niño. Sí,él volvería arrodillado a pedirle perdón, se daría cuenta de lo que dejó ir, se regocijaba con verlo a sus pies implorandole, diciendo que su vida sin ella no tenia sentido.Comprendería lo imbécil que es,las distancias y el tiempo harian que la valorara. Y tal vez ella, en ese entonces, ya no lo amaría y dormiría en los brazos de otro. Y seria feliz.
Se sorprendió como de su tristeza podía despegar una idea alegre, un mundo de fantasía...Y entonces abrió los ojos y salio a la calle.