domingo, 25 de abril de 2010

Amateur

Aquella tarde, cuando yo tenía 17 años la conocí. Debí verme gracioso dando vueltas nerviosamente en la puerta de su edificio. Angustiado e indeciso, ardían en mi las pasiones tristes y las convicciones cansadas sobre el amor. Me senté en la entrada durante algo más de 40 minutos sin saber si subir, si tocar su timbre, hasta que alguien salió del edificio y sin ningún respeto por las normas de seguridad me pregunto si entraba. Tal vez era la señal que andaba buscando. Pese al miedo que le tengo a los ascensores, lo primero que hice fue buscar uno. En mi lógica me decía que no podía darme el lujo de cansarme antes de tiempo.

1er piso; 2do piso; 3er piso…8vo piso. Su puerta se veía ajena y amenazante-como deben verse todas las puertas cuando uno es un idiota- , el pasillo una pasarela pirata: estrecho y sin lugar para la vuelta atrás.

Toque el timbre.8ºb. Una gorda teñida abrió la puerta: en su cara, un maquillaje grosero se deshacía en esfuerzos para cubrir las huellas que una vida al servicio del placer le habían dejado. No se porque en aquel momento se me vino a la cabeza la imagen de un bombero corriendo desesperado por apagar un fuego que se multiplicaba a cada instante. Se presentó como Adela. Se que pensó que era otro pendejo mas. Se que pensó en mis padres. Se que me vio los cordones de las zapatillas desatados y le di lastima, pero también un poco de ternura-un tiempo después me confesaría que le hice recordar a un sobrino al que ya casi nunca veía-. Desconociendo el protocolo, le mostré los 86 pesos en billetes arrugados que llevaba, como si fuera una clave secreta para que me dejara pasar, y también de esa manera ella sabría que no fui a hacerle perder el tiempo a nadie.

-Esta bien, pasa- me dijo y sentí que dejaba un mundo atrás.

Me llevo a un comedor, saco una silla debajo de la mesa y me pidió que esperara. A lo lejos sonaba una canción que decía "prometo no tocarte, esta segura..." en un castellano forzado, tonto, sobreactuado. En la espera, los nervios se calmaron para darle paso a la tristeza. ¿Por que ella no me quería?

Sentí unos pasos ligeros y ansiosos, como quien se apura para sacarse de encima una tarea. El tic tac del reloj apuraba su andar con la decisión propia de lo inevitable. Sentí enloquecer, la necesidad cobarde de huir, de esconderme una vez mas, pero las piernas no me respondían, las manos me sudaban, sentí las venas estallar, como si fueran un dique que rebalsado, no puede contener la pasión de los ríos. Y la puerta de ese comedor -que ahora me parecía más gris, con ese empapelado tan berreta y esa maldita y estúpida canción que no dejaba de sonar- temblaba, se hacia mas pequeña, se trababa…
Hasta que finalmente se abrió. Cuando la vi entrar solo pude agachar la cabeza y mirar al piso, atropellado por su cuerpo, por los restos de sensualidad que dejaba atrás en cada paso, como si fueran las migas de un erotismo hermoso, único, obvio.

-Hola - dijo
En ese momento desee ser inteligente, gracioso u original-en ese orden-, pero simplemente fui yo. Y me quede en silencio. Me pareció que nadie jamás en la historia de la humanidad estuvo tan incomodo.

-Hola - repitió antes de reír. Entonces la vi bien, como si antes de todo eso telarañas formadas por mi estupidez me hubieran impedido abrir los ojos. “Es hermosa” susurro mi conciencia, como si me estuviera contando el secreto mas obvio del mundo.
Empezó a caminar hacia mí, que la esperaba desde mi adolescencia idiota, tímida, naif, con el dolor de no saber nada: se sentó en mis piernas y con voz aniñada dijo “hola, hola” y no supe si me estaba pelotudeando o si realmente le cause simpatía. Se levanto y me pidió que la acompañara al cuarto que estaba pasando la cocina.
El cuarto no era gran cosa: una cama, un espejo sobre la cabecera de la misma y otro, mas grande, sobre algo que parecía una cómoda. Una luz tenue, casi rojiza, bañaba de una falsa lujuria el lugar. Con una sensibilidad alarmante le pedí que apagara la luz.

Aquella vez, en la oscuridad fui uno más que se perdió en su cuerpo, que ahogo las desgracias tempranas de un amor imposible en sus senos, en sus piernas largas, en esas caderas que se llevan por delante al mundo con su andar y en las que duermen todos los secretos del placer. Aquella vez me reí del amor, rechace los sentimientos como quien rechaza una mentira cuando luego de vivir engañado descubre una verdad: después de pagar, entendí que era uno más, que siempre seria uno mas, que no era especial, que en la vida hay personas únicas y personas en serie. Y que yo me enrolaba dentro de las segundas. Saberme un mediocre, de alguna manera me tranquilizo: que aquel amor no me perteneciera me pareció un detalle.
Antes de salir, me despedí de Adela. Para ese entonces, ella ya sabía que volvería.

Hoy, años después, un sabor metálico me enjuaga la boca. Su figura gimiente se recorta sobre la misma cama. Su pubis, angelical. Me visto con las luces apagadas menos por pudor que para evitar que ella se siente humillada y repugnante. En este tiempo de alguna manera nos acostumbramos recíprocamente, ella sabe cuando vengo y porque vengo. Sabe que me cura, que mi tristeza se anestesia en su cuerpo. Y yo se que ella también ha sufrido por amor, que a ella tampoco la quieren, que ya no lo hace por dinero, que le gusta sentirse deseada aunque más no sea por un montón de perdedores. Que ya no sueña con una familia, que esta resignada a una vida sin recuerdos, sin amor. Una vida sin vida.

Por eso, antes de irme, se levanta de la cama y acerca su cara a la mía.
-Hoy ella se llevo sus cosas de mi casa- le digo y me siento en la cama mientras ella, Sofi, mi hermosa Sofi, me desabrocha la camisa con la paciencia de una amateur.

2 comentarios:

  1. malo, no me queres explicar! tu oportunidad de sentirte bien frente a una campesina ignorante ya paso.. JUM! jaja
    me gusto mucho,pero sin eso q no queres explicarme, le falta algo :p jaja
    besote

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  2. hola Luisi! no hay nada que explicar soy lo mas obvio y simple que existe.No busques profundidad donde no la hay jaja
    un beso grande y gracias por pasar

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