Jamas te voy a decir que la vida es esto o es aquello. Prometo nunca decirte con aires místicos que es la vida. Después de todo, como definir algo que no tengo ni la más puta idea, que por naturaleza es indefinible. Así que quédate tranquila, no te voy a decir que se todo, ni exponer teorías locas, ni darte ninguna respuesta, ni siquiera voy a hacer el intento para parecer interesante. Es mas, voy a hacer todo lo posible para que me odies. Bueno, que me odies no. Porque para eso me tendrías que querer...
Dicen que el amor y el odio son las dos caras del mismo sentimiento. Es más, a riesgo de parecer un pelotudo más grande que el forro de Arjona, me animaría a decir que a veces el odio es una forma cobarde de querer, de no hacernos cargo de lo que nos pasa, de destruir un sentimiento que nos amenaza con destruirnos a nosotros mismos, como si fuera una bestia encadenada en lo mas profundo de nuestro ser y que una vez libre busca vengarse, rasgando uno a uno los tejidos de nuestro corazón...
Tal vez que me quieras sea el paso previo para que me odies, como si el amor fuera la primera parte de la película y el odio su secuela. Y todos sabemos que las segundas partes nunca son buenas.
Y si parece una estupidez, pero pensalo… ¿Ya lo pensaste? Si tenias razón, era una pelotudez...
Creo que tendríamos que afinar nuestros sentimientos y buscar nuevas palabras para personas que no nos caen bien pero que nunca quisimos, y que entonces jamás podríamos odiar. Para personas que nos dan asco y sin embargo no son dignos de nuestro odio, personas como Arjona.
Perdón. Te estaba diciendo que no me podes querer -y menos odiar- porque apenas nos conocemos y aunque admito que no hay un tiempo requerido para empezar a querer/odiar, deseo que todavía no lo hagas: no quiero pensar que te gusta regalar tu bondad. No quiero saber que decís te quiero a troche y moche. Esa puta necesidad que les da a algunas personas de querer sin querer, de enamorarse por un nickname, de encontrarse artificialmente, de dejar el destino en manos de una red social... Alguien que tenga un poco de talento podría escribir un libro que se llame “El amor en tiempos de Messenger”. No, en serio, no regalemos las palabras, que entre el te quiero y las personas haya un merito o al menos un sentimiento honesto.Seamos sinceros. Empiezo: yo no te quiero, me caes bien, me gustas mucho, me gusta verte -sobre todo verte reír- pero todavía no te quiero. Es mas, si me dieran a elegir entre salvarle la vida a mi perra y a vos, saldrías perdiendo. Tiene 8 años, toda una vida junto a mí. Nadie me asegura que vos me vayas a bancar tanto tiempo, ni que no me vayas a lastimar. No es una ofensa-en realidad son contadas las personas a las que salvaría antes que a ella-. Y si vos tuvieras perro también lo deberías preferir antes que a mi, porque seguramente seria mucho mas noble que yo, que ya tengo contaminada la carne, los ojos y el alma de tanto andar y andar. Además no te olvides mi naturaleza humana, mi necesidad de destruir sentimientos, de caminar sobre ruinas de resentimiento y soledad.
¿Sonó muy dramático eso del alma contaminada? Y si puede ser, pero si no se habla con pasión mejor quedarse callado.
Considero que una persona se divide en 3: carne, ojos y alma. La carne y el alma son los extremos. Los ojos, son el puente que los une o como dice Sábato, los ojos son la forma que tiene el alma de manifestarse en la carne. Y si por algo es que soy tan incomodo para ver-no dije feo porque se no te gusta mi autoflagelación- es porque tengo un alma bastante podrida. Y no se bien que es el alma o si es inmortal como dicen, pero se que muchas veces agoniza. Y se nota en los ojos, en la forma de esconder la mirada, en como las tristezas se roban el brillo que supimos tener cuando niños. En esa sensación de un dolor inexplicable que se produce los domingos al atardecer. Ese dolor que no respeta pastillas, y para los que tampoco hay recetas.
Perdón. Te estaba diciendo que no me podes querer -y menos odiar- porque apenas nos conocemos y aunque admito que no hay un tiempo requerido para empezar a querer/odiar, deseo que todavía no lo hagas: no quiero pensar que te gusta regalar tu bondad. No quiero saber que decís te quiero a troche y moche. Esa puta necesidad que les da a algunas personas de querer sin querer, de enamorarse por un nickname, de encontrarse artificialmente, de dejar el destino en manos de una red social... Alguien que tenga un poco de talento podría escribir un libro que se llame “El amor en tiempos de Messenger”. No, en serio, no regalemos las palabras, que entre el te quiero y las personas haya un merito o al menos un sentimiento honesto.Seamos sinceros. Empiezo: yo no te quiero, me caes bien, me gustas mucho, me gusta verte -sobre todo verte reír- pero todavía no te quiero. Es mas, si me dieran a elegir entre salvarle la vida a mi perra y a vos, saldrías perdiendo. Tiene 8 años, toda una vida junto a mí. Nadie me asegura que vos me vayas a bancar tanto tiempo, ni que no me vayas a lastimar. No es una ofensa-en realidad son contadas las personas a las que salvaría antes que a ella-. Y si vos tuvieras perro también lo deberías preferir antes que a mi, porque seguramente seria mucho mas noble que yo, que ya tengo contaminada la carne, los ojos y el alma de tanto andar y andar. Además no te olvides mi naturaleza humana, mi necesidad de destruir sentimientos, de caminar sobre ruinas de resentimiento y soledad.
¿Sonó muy dramático eso del alma contaminada? Y si puede ser, pero si no se habla con pasión mejor quedarse callado.
Considero que una persona se divide en 3: carne, ojos y alma. La carne y el alma son los extremos. Los ojos, son el puente que los une o como dice Sábato, los ojos son la forma que tiene el alma de manifestarse en la carne. Y si por algo es que soy tan incomodo para ver-no dije feo porque se no te gusta mi autoflagelación- es porque tengo un alma bastante podrida. Y no se bien que es el alma o si es inmortal como dicen, pero se que muchas veces agoniza. Y se nota en los ojos, en la forma de esconder la mirada, en como las tristezas se roban el brillo que supimos tener cuando niños. En esa sensación de un dolor inexplicable que se produce los domingos al atardecer. Ese dolor que no respeta pastillas, y para los que tampoco hay recetas.
Pero no quiero amargarte, tampoco quiero que sepas tanto de mi tan pronto y que huyas, ya habrá tiempo para eso.
Si, ya se que estoy lleno de contradicciones y tambien que son temas demasiado grandes para hablarlos a la ligera. El amor, el odio, el alma… Pero ¿de que otra cosa podríamos hablar?
siempre me dejas sin palabras...
ResponderEliminara veces no hace falta decir mucho... creo q ya sabes lo que pienso :)
Hola luisi! gracias por pasar y sobre todo por leerme, se que escribo mucho y mal en mis posts, así que tratare de abreviar mis ideas y mejorar a la hora de redactar...un beso grande!
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